21
julio 2016
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Liquidación
de revoluciones
América Latina y el Caribe han vivido momentos
de emancipación que han apuntado a la liberación del pueblo, como en una
especie de sueño bucólico que ha sido truncado por las
burguesías nacionales, apoyadas y financiadas por el gobierno
estadounidense y sus aliados, porque éstos no están dispuestos
a que se consolide el nuevo mundo multicéntrico y pluripolar.
Para ello, han recurrido a
múltiples formas de lucha, que van del genocidio y muertes
selectivas de revolucionarios, indígenas y ciudadanos comunes,
hasta el boicot económico y alimentario, para doblegar la voluntad
de las masas, es decir, de los oprimidos de ese Pueblo que preferiría el
sometimiento a sus verdugos, a cambio de esperanzas fallidas y, al menos, con
la posibilidad incierta de una paz en la opresión y de alimentos para
quien más tenga o pueda comprarlos, lo que abre las
puertas al neoliberalismo más feroz, mayor que el que
viven en la Chile de Pinochet-Bachelet.
En este
panorama, hemos presenciado situaciones paradójicas con respecto de
los pueblos emancipados, que aún así, viven situaciones que
apuntan a la restauración del capitalismo neoliberal, en
sus manifestaciones más vomitivas,en donde, por ejemplo: en
Argentina, el pueblo votó mayoritariamente por la extrema
derecha empresarial que labró sus fortunas en la vieja
dictadura militar, echando por tierra todo lo alcanzado de la
mano de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, ahora, con la
amenaza real de que esta maravillosa mujer sea
encarcelada, bajo subterfugios inimaginables y sin que se perfile otro
liderazgo nacido o proveniente del kirchnerismo; en Paraguay, no sólo se
dio un golpe de Estado parlamentario contra Fernando Lugo,
sino que se encarceló y sentenció a un grupo de
líderes campesinos, quienes ahora tienen que pagar la defensa
de sus derechos, con años de cárcel e inhabilitación política; en
Honduras se secuestró y fue tirado en pijamas en el aeropuerto del
país vecino, Costa Rica, para que el celestino presidente y Premio Nóbel
de la Paz terminara de hacer el mandado a la
conspiración internacional que logró retomar su
forma opresora de gobierno, sin esperanza alguna de
acceder al poder las fuerzas progresistas por la
vía democrático-electoral; en Bolivia la mayoría emancipada y
sacada de la miseria en la que la tenían sometidos los
gobiernos de derecha anteriores al hermano aymara, Evo
Morales, decidió por la vía del Referendum Consultivo, negar
la posibilidad de reelección del líder indígena; en Ecuador,
Rafael Correa no ha salido de constantes
conspiraciones, incluso, contra su humanidad e integridad física, en un
gobierno que debe hablar más de “revolución
ciudadana” para hacerle carantoñas a la derecha criolla, que
de revolución, menos aún, de socialismo.
En Brasil, no hubo suficiente
Pueblo que frenara el golpe de Estado institucional, orquestado
entre la burguesía transnacional, el Congreso del Brasil y el
Supremo Tribunal de Justicia, para deponer de la
presidencia de la República a Dilma Rousseff, además de quitarle la
posibilidad de ser candidato presidencial a Luiz Inácio Lula Da
Silva, con el riesgo de que ambos sean encarcelados, mientras
encumbraron a un corrupto empresario y se apuran
ahora, a privatizar hasta el aire, mientras la masa
boba y la inerme, se distraen en los juegos olímpicos
que tienen lugar en este país-sede; y en la República Bolivariana Venezuela,
fracasado el intento de liquidar la revolución bolivariana,
socialista y chavista, con la muerte del Comandante Hugo Chávez,
posterior a ello, durante poco más de
tres años hasta el presente día, han mantenido
un férrea guerra económica con el único fin
de doblegar la voluntad de la población y quitarle al
chavismo la base social que permita defenestrar al
Presidente Nicolás Maduro, mediante cualquiera de sus formas
de lucha por la restauración de la IV República del capitalismo
neoliberal, como paso necesario para la liquidación de
la revolución venezolana. Y, si seguimos enumerando o haciendo un
análisis de tendencias, hemos de presumir que de
esta receta serán víctimas los gobiernos de los países
caribeños de habla inglesa y francesa, excepto, Cuba,
no por hablar español, sino porque ha
atendido otros aspectos fundamentales que garantizan que su
pueblo haya pasado de la mera emancipación, a otro
estadio revolucionario y socialista, sin coqueterías y sin pragmatismo
político – ideológico.
Por otra parte, estas
dificultades que apuntan y fuerzan por la liquidación de las
revoluciones latinoamericanas y caribeñas, fueron previstas
por dos grandes hombres revolucionarios, como lo son, el Comandante
Fidel Castro Ruz y el Comandante Hugo Chávez Frías, de
cuyas preocupaciones y previsiones estadistas y estratégicas
nacieron: la ALBA-TCP, la CELAC, UNASUR y PETROCARIBE.
Lamentablemente, en estos
organismos ha cundido las viejas formas diplomáticas y
quehacer político a la vieja manera del viejo
mundo unipolar: la del decir mucho, para hacer muy
poco o nada; la de atomizarnos en las dificultades y; la de
actuar con abulia, a destiempo y con la lentitud con
posee de sabiduría, para el control de daños, porque el socialismo
y la emancipación no son más que nuevos modales de
fraseologías inasibles e inalcanzables, en muchos casos,
deliberadamente. Urge, entonces, activar y reconducir a estos
organismos hacia una ofensiva liberadora, acorde con las
exigencias del nuevo mundo multicéntrico y pluripolar.
Igualmente, a lo interno de
nuestros pueblos ha privado el erróneo e ingenuo
criterio de la convivencia y conciliación con la derecha,
desestimando que las plutocracias criollas no están
dispuestas a perder sus privilegios, pues, para su
preservación, necesitan liquidar o salir de toda propuesta
emancipadora, revolucionaria y socialista, porque éstas se ubican
en las antípodas del capitalismo neoliberal; a lo interno de cada República no
se ha asumido el cambio ideológico a partir de la
educación básica y universitaria, razón por la
cual nadie puede pensar y actuar como socialista, si no
sabe qué es el socialismo.
Finalmente, todas las lacras
ideológicas, conceptuales y conductuales, están
presentes en la mayoría de la población, entre ellas, el
clientelismo y oportunismo político, como arma de
administración del voto y relacionamiento con el gobernante o
poder hegemónico, características muy propias de la
democracia burguesa, de la que no hemos logrado liberar a
nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños, con la honrosa
excepción de la Cuba libertaria, que durante más de
cuarenta años ha ido deslastrándose de las lacras
ideológicas, para así, poder consolidar la revolución y
llevar a su pueblo entero a estadios que superen al
capitalismo. Hagamos lo nuestro, que apenas
estamos comenzando a emanciparnos.
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